El modelo en la burbuja

Por : René Dintrans
Fuente: www.elclarin.cl (13.10.08)
 
No hay modelo que sea malo si funciona bien dentro de la burbuja, es decir, en el interior de un laboratorio donde las condiciones son ideales y las variables están absolutamente bajo control. Otra cosa muy diferente es suponer que  una construcción social como lo es el mercado vaya a comportarse de manera equivalente a como se comporta un cuerpo con una masa determinada, es decir real, sometida a las miles de pruebas diarias de su existencia.

El Homo económicus no existe, en rigor solo tiene existencia ideal, de modo que solamente puede producir efectos ideales.

Un Homo sapiens de cualquier edad, sexo, condición social o religiosa, puede dejar caer mil veces el mismo cuerpo, en el mismo sitio, y este se va a comportar de la misma manera en todos los casos, de acuerdo a la ley de gravedad. No ocurre lo mismo con las “leyes” del mercado, porque no existe la encarnación de algún ser humano en ese prototipo que se comportaría de acuerdo a lo esperado por la “ley”que lo rige, ya que se da la casualidad que son hombres mortales los que toman las decisiones económicas.
 
Es así como el mercado es una construcción humana, social para ser más exactos, que se ha diseñado para justificar fenómenos y no para explicarlos o entenderlos.
 
Se pone de moda hablar de modelo e implementación, cuando ocurre una crisis generada por su implementación, que tarde o temprano se desencadena, al cumplirse la fecha de vencimiento que no está escrita en su rótulo.

Tanto se ha considerado al mercado en los últimos tiempos, que por ejemplo en nuestro país, se ha pretendido, que las políticas públicas que son responsabilidad del Estado, se hagan por privados que debieran comportarse como hombres ideales, tomando decisiones de acuerdo a las leyes del mercado. Esto ha ocurrido en la seguridad social, en la salud pública, en la educación, y en la más notoria por su fracaso visible, el transporte público.
 
Una persona no percibe con la misma rapidez, el deterioro de su calidad de vida cuando ésta afecta su capacidad real diaria de desplazarse para concurrir a su trabajo o actividad, que como cuando  se deterioran sus fondos de pensiones, su atención de salud, o la calidad de educación que le están brindando.
 
Es así como su calificación de malo o bueno (el modelo), mala o buena (la implementación) no es un asunto técnico. Es un asunto humano, social, y político en última instancia. De modo que cualquier juicio de valor se relaciona con el punto de vista social con que se está emitiendo.
 
El modelo capitalista está enfrentando una crisis, la más grave en su existencia según opinan los expertos. Si yo expresara el júbilo que me produce que ese modelo se esté cayendo a pedazos desde el cielo en que lo han puesto los hombres, tendría la misma legitimidad de hacerlo, que el de otro congénere que expresara su tristeza por la cantidad de cesantía, hambre, miseria que se producirá como efecto de esta.

Cuando se vino abajo el sistema socialista encarnado en los regímenes políticos que manejaban la economía de manera absoluta desde el Estado, mucha gente explotó en júbilo y no se le pasó por la mente en su momento de emoción, la situación de cesantía, hambre y la miseria de las gentes afectadas por su crisis terminal.
 
Existen otras gentes que están desesperadas porque pierden el poder real de sus inversiones en la bolsa. Nadie debiera alegrarse por ello, sin embargo, no se le ha dado cobertura noticiosa a los fondos de pensiones de miles de chilenos que vienen perdiendo desde hace tiempo su valor, ni a nadie se le pasó por la mente que el Estado los recompensara.
 
Es así el mundo relativo en que vivimos, lo que es bueno para unos es malo para otros y viceversa.

¿El interés de Chile? ¿Cual es el interés de Chile?

Primero pregúntame a que clase social pertenezco, o a cual adhiero para responderte con franqueza.
 
 
Ya veremos como el interés de Chile cambiará con el desarrollo de la crisis y cambiarán las preferencias “del chileno medio” por su candidato a ocupar la más alta magistratura.
 
Seguro que cambiará también el interés de los hombres concretos llamados fácticos por imponer un hombre adecuado a los nuevos tiempos. Seguro es, que para menos de dos candidatos, no será la misma la atracción de vocación pública por servir(se) a sus compatriotas en un Chile distinto, ni para los que pretenden hacerse de Codelco será tan atractivo una empresa que venderá a precios considerable menores.
 
Seguro es que si recrudece la pobreza habrá mayores demandas que hará menos segura “la gestión de esos problemas” y seguro que esos hombres concretos, víctimas desde siempre de la aplicación de un modelo que hace agua, tendrán mejores condiciones para exteriorizar su descontento canalizando su apoyo a la vanguardia que sepa estar a la altura de las circunstancias.
 
 
 
 
 
René Dintrans

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