La izquierda y la dialéctica no resuelta: ¿Reforma o revolución?

Por: Danny Gonzalo Monsálvez Araneda *
Fuente: http://www.elclarin.cl (09.09.08)

Una parte del título de esta columna no es de mi autoría, ha sido tomada de un artículo del historiador Sergio Grez intitulado “Salvador Allende en la perspectiva del movimiento popular chileno”. En aquel trabajo, Grez plantea que Salvador Allende encarnó la dialéctica no resuelta de reforma o revolución y que el allendismo del período de la UP fue la expresión de una tentativa abortada por resolver aquella disyuntiva. (Revista Universum, U. de Talca, Nº 19, Vol. 2, 2004, pp. 180 a 185).

En ese contexto, la gran pregunta que se hizo la izquierda chilena en los años sesenta y setenta fue ¿Cómo hacer la revolución?. Ahí el debate teórico fue muy interesante entre el partido socialista y comunista, o bien entre la Izquierda rupturista: mayoría del PS, Izquierda Cristiana, Mapu-Garretón MIR y la izquierda gradualista, etapista: PC, segmentos del PS, Partido Radical, Mapu-Obrero Campesino (Gazmuri). (Véase entre otros Corvalán, 2001; Pinto, 2005; Moulian, 2006). Aunque para ser justos, las diferencias entre el PS y PC sobre cómo llegar al socialismo se venían manifestando desde los años 30. No obstante, las divergencias, ambos fueron protagonistas directos del denominado Estado de Compromiso o Empresario Desarrollista (1938-1970).

La coyuntura 1960, vino a exteriorizar de una manera más fuerte las contradicciones de la izquierda. Indudablemente que el contexto de Guerra Fría, la política exterior norteamericana y la revolución cubana fueron variables importantes a la hora del análisis que realizó la izquierda chilena sobre las vías, ritmos, tiempos, alianzas y quién sería el conductor de las transformaciones para llegar al socialismo.

La desafección y critica de un sector de la izquierda por la vía electoral y la institucionalidad burguesa, reafirmado por las derrotas electorales del año 1958 y 1964, llevaron, específicamente al Partido Socialista a ver como una opción valida la vía armada para llegar al poder. De ahí se explica sus resoluciones en los Congresos de Linares (1965) y Chillán (1967). No obstante aquello, el PS siguió participando de la vía institucional (elecciones, parlamento) y del juego democrático. Dentro del análisis del PS, la legalidad burguesa, imperante en Chile difícilmente se prestaría para que los revolucionarios llevaran a cabo las transformaciones; por lo tanto, la lucha armada pasaba a ser un componente insoslayable de la revolución chilena. Así, la única clase capaz de realizar las tareas democráticas combinadas con las socialistas es el proletariado a la cabeza de los campesinos y de las clases medias empobrecidas.

Por su parte, el Partido Comunista -independiente de la crítica a la legalidad burguesa- creía que la experiencia del siglo XX en Chile había demostrado la factibilidad de utilizar el marco institucional para ir aproximándose a la meta socialista. La conquistar el poder sería a través del proletariado asociado a otros sectores populares como el campesinado, pobladores, sectores de la clase media y fracciones de la burguesía nacional. La idea era formar una gran fuerza social mayoritaria para valerse de la vía electoral. El PC y Allende se jugaron por demostrar al mundo que el socialismo podía implementarse sin violentar el “Estado de Derecho”, respetando las libertades democráticas, de ahí “su vía chilena al socialismo”. De esa manera se explica que el programa de la UP tuviera las características de un pluripartidismo y pluralismo ideológico reflejado en el pluriclasismo de la alianza.

En cuanto al conductor del proceso, para el PS y el sector rupturista, el Estado burgués jamás podría ser empleado en beneficio de una revolución popular; lo anterior, puesto que el Estado burgués es intrínsicamente defensor de los intereses de las clases dominantes; por lo tanto, estaba diseñado para mantener a los explotados en dicha condición.

Para proceder a la conquista del poder, debía desplazarse el eje de acción política desde los órganos de la institucionalidad burguesa hacia las masas mismas. Anclados en sus frentes naturales de trabajo (fábricas, fundos, minas, poblaciones). La idea era realizar una revolución desde abajo, alimentada y dirigida personalmente por los trabajadores.
Mientras que el PC y la izquierda gradualista ponía énfasis en la penetración del aparato estatal, para hacer de él un instrumento de transformación económica social. La idea sería emplear el aparato estatal para iniciar o profundizar los cambios estructurales: Reforma Agraria, Nacionalización de las riquezas naturales, estatización de la banca etc.

En resumen, y retomando a Sergio Grez “El allendismo del período de la Unidad Popular fue la expresión de una tentativa abortada por resolver, en una síntesis dialéctica, la disyuntiva entre reforma o revolución que el contexto histórico de los años 70 -ahora lo percibimos con claridad- no permitía solucionar. Con todo, a pesar de verse atrapado en ese callejón sin salida, Allende en el día de su muerte, y con su muerte, intentó dejar una herencia política de contenido “reformista revolucionario”” (p. 184).

Académico de Historia de Chile Contemporánea en el Depto. de Ciencias Históricas y Sociales, Universidad de Concepción. E-mail: monsalvez@gmail.com.

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