Es Contra el Individualismo no Contra el Individuo

Por: Herick Goicoechea
Fuente: http://www.aporrea.org (27.08.08)

La lucha contra el individualismo lo es contra un individualismo determinado que tiene un determinado contenido social: precisamente contra el individualismo económico en un período en el cual éste se ha hecho anacrónico y antihistórico. Antonio Gramsci1

Desde hace algún tiempo ya, he visto con cierta preocupación como en el discurso político revolucionario se utiliza de manera un tanto ligera términos como individuo e individualismo, haciendo uso de estas palabras de manera análoga y sin distinciones; sobre todo, para criticar el Sistema Metabólico Social del Capitalismo, intentando suprimir del vocabulario al “individuo”, por confundirlo con “individualismo”, cuestión que dentro del plano discursivo es contrario de lo que los revolucionarios defendemos.

Sin ninguna pretensión de formular un tratado sobre el individuo, pues el espacio no es el apropiado y mucho menos proponer que lo que aquí se dice es la absoluta verdad y la última palabra, coincidimos con Gramsci cuando se refiere a que “en el planteamiento de los problemas histórico-críticos no hay que concebir la discusión científica como un proceso judicial en el cual hay un acusado y un fiscal que, por obligación de su ministerio, tiene que demostrar que el acusado es culpable y digno de que se le retire de la circulación.”2, por lo que lejos de intentar imponer una perspectiva del asunto, lo que pretendo es presentar otro enfoque, un horizonte, en el que el capitalismo con orgulloso cinismo se jacta e hincha el pecho por defender el individuo, pero es contrario a este, y en cambio el socialismo que descasa sobre el acicate de la vida colectiva y del ser social, es el rescate del individuo.

Considero imperativo ser honesto y justo con los teóricos burgueses en proponer que es necesario estudiar como dice el propio Gramsci “lo que haya de acertado en la tendencia contra el individualismo, y lo que haya de erróneo y peligroso en ella3”, pretender negar lo bueno del adversario simplemente porque es el “otro” quien lo enarbola como bandera, no sólo es infantil, también es torpe; ¿acaso los socialistas estamos en contra de la libertad? evidentemente que no, a lo sumo tendríamos que aclarar que la libertad que los liberales defienden, circunscribe al hombre4 al ámbito económico, definiendo la libertad como la capacidad de iniciativa privada que tiene un hombre en el mercado para obtener ganancias, a partir del trabajo de otros; contra esa libertad si me declaro en contra.

Sobre el Individuo Utilitario, del utilitarismo a la utilidad social

No podemos negar que el individuo vuelve a ser el centro de la discusión filosófica con los liberales, es más, una de las grandes promesas (falacias las llama Norberto Bobbio) del liberalismo es que la democracia vendría a colocar al individuo en el núcleo de la sociedad, es decir a partir de la democracia, el individuo iba a desplazar a las corporaciones medievales como los cuerpos referenciales de la sociedad y convertirse por lo tanto en el epicentro de la dinámica social.

No hace falta ser comunista para percatarse sin mucha perspicacia que la realidad ha sido otra, es más, ha sido la contraria, la “oligarquización” de la democracia, el secuestro de esta por los partidos y la elitización de estos partidos a llevado al capitalismo a reconfigurarse en torno al Estado para lograr re-adaptarse y re-acomodar su metabolismo social de dominación, en primera instancia como Estado Liberal Burgues de Derecho, luego como Estado Social de Derecho, y después como Estado Democrático y Social de Derecho, para encontrarnos en la actualidad como es en el caso venezolano con un Estado Democrático y Social de Derecho y de Justicia, todo en nombre del individuo pero con medios que atentan contra sus fines.

El individuo aparece por lo tanto nuevamente en los libros de filosofía, eclipsando a la divinidad que lo explicaba todo, en autores -que además son necesarios leer, pues es necesario conocer al “monstruo” que se combate- como Jonh Locke (1623-1704), Adam Smith (1723-1790), David Ricardo (1772-1823), y John Stuart Mill, (1806-1873), este individuo aparece como un hombre que busca su propio beneficio y que se desarrolla bajo un halo dominado por la crematística, un individuo que demuestra su bondad a partir de la búsqueda de su propio bienestar, que luego se traducirá en bienestar colectivo.

El individuo en el capitalismo es bidimensional, es por un lado un simple empleador de factores de producción, que busca maximizar los costos de su producto y maximizar su propia retribución, es decir recibir el mayor beneficio por su esfuerzo, mientras que por otra dimensión es un consumidor que planifica su consumo para maximizar su utilidad; y este comportamiento, determinado por la “naturaleza humana” de maximizar ganancias produce la condición de equilibrio, la competencia perfecta, el equilibrio competitivo o como los economistas quieran llamarlo.

Pero si a simple viste estas afirmaciones pueden sonar acertadas, o “racionalmente” legítimas, cabría preguntarse ¿de la utilidad de quien estamos hablando?

El individuo es para el capitalismo un hombre o mujer en tanto y en cuanto posee, y en tanto y en cuanto posea, tanto y en cuanto va a valer para la sociedad, cosificando el mundo de los hombres y humanizando el mundo de las cosas, por lo tanto el individuo en el capitalismo es reducido a un simple maximizador de su utilidad, convirtiendo la sociedad en una guerra de codiciosos…en individualistas deshumanizados, sin individualidad.

“La propiedad privada nos ha hecho tan estúpidos y unilaterales que un objeto sólo es nuestro cuando lo tenemos, cuando existe para nosotros como capital o cuando es inmediatamente poseído, comido, bebido, vestido, habitado, en resumen, utilizado por nosotros”5, por lo que el hombre deja de ser para convertirse en tener, haciendo que todo lo que existe “fuera de sí” (que no sea de su propiedad), se convierta en algo externo, sin percatarse que lo único externo es el mismo, debido a la enajenación de la que es víctima, entendiendo por ejemplo a la sociedad como una abstracción.

El individuo es un ser social, es la exteriorización vital de la sociedad, aún sin existir comunitariamente a partir de su vida activa en la polis, ese hombre es producto y afirmación de la sociedad y sus relaciones, por lo tanto el individuo al ser parte integrante pero también al ser producto final de la sociedad, es a la misma vez parte constitutiva y totalidad de la sociedad, el hombre es por lo tanto un ser particular que en la sociedad no pierde esa particularidad sino que por el contrario es particular por vivir en sociedad, sólo podemos ser individuos frente a otros iguales a nosotros.

Es aquí donde concientes de nuestra existencia social, la necesidad y el goce pierden su naturaleza egoísta, pierden su esencia como pura utilidad, y ganan existencia al convertirse en utilidad humana, social.

Individualismo negador del individuo

El individuo maximizador (el individualista), se las ingenia para generar en el otro una nueva necesidad para obligarlo a un nuevo sacrificio, para someterlo a una nueva dependencia, para desviarlo hacia una nueva forma de “placer” (deshumanizado) y con ello a la ruina económica, cada quien trata de crear una fuerza extraña, una capacidad de dominación del otro, para encontrar así satisfacción de sus propias necesidades egoístas6. Haciendo que el único fin de la existencia sea satisfacer necesidades cada vez más ilusorias, la necesidad de poder adquisitivo, de dinero, es así la verdadera necesidad creada por el sistema.

El individualismo convierte la vida del individuo en:

En un mecanismo infinito de satisfacción de necesidades, obligándolo a la autorrenuncia de la vida humana, de su siembra espiritual, cultural y hasta familiar, convirtiendo al hombre en un mero productor de bienes de uso para conseguir bienes de consumo.
Un menesteroso, un hombre ascético pero productivo (paradójicamente), un hombre que renuncia a su vida en sociedad, a cultivarse en el teatro, a compartir en la amistad, a realizarse en el amor, con el deseo de ahorrar lo suficiente para cumplir sus “expectativas de vida”, sin percatarse que quizás este desperdiciando sus mejores años y que cuando tenga lo suficiente, probablemente no tendrá tiempo, o utilizará sus ahorros para recuperar su salud.

Un hombre que existe sólo para sí cuando sirve al capital, pues en el momento en que deja de ser trabajador, no percibe ningún salario, es decir no existe para el capital, y como el individuo (en el capitalismo) sólo existe como trabajador y no como hombre, este sin satisfacer necesidades pierde todo proyecto de realización y de autorrealización, convirtiendo la existencia del capital en su existencia, negándose a sí mismo por obligación del sistema.
El individualismo por lo tanto, es contrario al individuo que cree rescatar de la antigüedad, y es obligación del Socialismo colocar al hombre y a la mujer en el centro de toda actividad pública ¿y por qué no? hasta privada; pero a este punto esperemos referirnos en otra oportunidad.

herickgoico@gmail.com

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